El «Observador»: La Muerte del Ego y el Nacimiento del Amor
¿Hay realmente un observador? Esta pregunta nos lleva al corazón mismo de la comprensión espiritual. Para trascender nuestra realidad y con ella nuestros problemas, debemos examinar con precisión radical la naturaleza de este «yo» que creemos ser.
🌊 La Naturaleza Fluida del «Yo»
El pensamiento es un movimiento continuo de memoria—sensorial, intelectual, afectiva—en la que se origina el «yo», es decir, el ego, que no es más que el «observador». Pero aquí está la revelación crucial: el observador no es una entidad fija y continua, es un flujo, un movimiento de memoria, un cúmulo de experiencias.
Este observador no es independiente del objeto observado. Cuando me enojo contigo y tú eres mi problema, yo soy quien observa el enojo que tengo por ti. Es un flujo de mi memoria de todo lo que me hiciste, todo lo que siento por ti, todo registrado. Eso es lo que me genera el problema contigo.
El observador es el objeto observado. Son lo mismo, no hay separación.
⚔️ El Observador: Centro del Conflicto
El observador es el centro del conflicto. Este es el «yo», es el «ego», es quien divide al mundo en bueno y malo, lo que me gusta y lo que no me gusta, lo que acepto y lo que rechazo. Y esto lo hace supuestamente para resolver un problema, pero cuando divides de esa manera, lo que estás haciendo es crearte un conflicto en tu vida.
Este conflicto se terminará cuando el «yo», el observador, no sea el centro. ¿Y cuándo no es el centro? Cuando no estás en tu ego.
💀 La Muerte Necesaria del «Yo»
El «yo» ha de morir. Pero cuidado: lo que tiene que morir no es el ser, sino el «yo», el «ego», que es ese cúmulo de experiencias, de memoria, de tiempo, de condicionamientos.
El observador es el pasado, es quien crea la división entre él y el objeto observado. Estás viendo el mundo a través de los ojos del pasado. Todo lo que ves en el presente, lo ves con los ojos del pasado.
¿Cómo puedes resolver un problema del presente si lo ves con los ojos del pasado?
👁️ El Estado de No-Observador
Cuando no hay un observador—es decir, cuando el «yo» no está activo—no hay conflicto. Cuando estás en un estado de no-ego, no hay conflicto. Eso es lo importante que debe quedar claro.
Mientras exista el «yo», habrá conflicto. Este conflicto tiene que terminar. El observador ha de conocer la verdad de sí mismo, conocerse a sí mismo. ¿Y cómo se conoce? Se conoce en el presente, no en el pasado. Se conoce en lo que se está viendo, no en lo que se vio.
🔥 Tú ERES la Emoción
El «yo» o el «observador» no es distinto de lo observado, es una parte de ello. Es la suma de experiencias, de memoria, de impresiones y reacciones. Todo eso es el «yo», y ese es quien observa.
Crees que te despegas, crees que no tienes nada que ver con eso. No—tú ERES. Y en ese sentido, como eres, si lo ves de esa manera, eres lo mismo. Y eso es lo que te afecta y te genera el problema.
🌅 La Disolución: Observar Sin Juzgar
El «observador» es lo observado—esta es la verdad más profunda y radical. Por consiguiente, al observar la cólera sin ninguna interferencia del pasado, sin prejuicio, sin justificar, sin condenar, sin analizar, la cólera cesa.
Cuando estás en silencio en tu mente y ves la cólera, simplemente la ves. No dices: «Ay, qué bueno. Ay, qué malo. ¡Ay, esto! ¡Ay, lo otro!» No. Simplemente la ves y no la juzgas. Y en ese momento, la cólera cesa. El problema cesa.
Sin ninguna reacción o justificación del observador, la cólera deja de existir. Si el observador está en silencio, observando la cólera, no hay «cólera» como tal.
💖 El Nacimiento del Amor
Así, la relación entre quien observa y lo observado cambia radicalmente. No hay división, no hay conflicto, no hay tiempo, no hay un «yo» que manipula la cólera. No hay nada.
🎯 El Autoconocimiento: Medio, No Fin
Conocerse a uno mismo no es un fin en sí mismo. Cuando te conoces a ti mismo, no terminas ahí. El conocimiento de sí mismo es un medio para un fin: para descubrir lo que está más allá de la mente, más allá del «yo», del «observador».
🌊 El Silencio Especial
Cuando la mente está quieta, el «yo» no existe. Es como un río que fluye sin interrupción. Este silencio es de una calidad especial—cuando tienes una mente quieta, es un silencio de una calidad especial, sin tiempo.
Es en ese silencio donde la verdad puede revelarse y los problemas desaparecen.
📜 Transcripción Completa
«¿Hay un observador? Hemos dicho que el observador es lo observado, pero seamos más precisos en la comprensión de esta importante verdad para trascender nuestra realidad. Al trascender nuestra realidad, vos trascendés tus problemas.
El pensamiento es un movimiento continuo de memoria, tanto sensorial, intelectual, afectiva, en la que se origina el «yo», es decir, el ego, que no es más que el «observador». El observador es el «yo», es el «ego» que está todo el tiempo observando. El observador no es una entidad fija y continua, es un flujo, un movimiento de memoria, un cúmulo de experiencia.
El observador no es independiente del objeto observado. Si yo me enojo con vos y vos sos mi problema, yo soy el que observa el enojo que tengo por vos, que sos mi problema. Y es un flujo de mi memoria de todo lo que me hiciste y todo lo que yo siento por vos y todo lo que, y lo tengo todo registrado. Y eso es lo que me genera a mí que yo tenga un problema con vos. El observador es el objeto observado. Son lo mismo, no hay separación.
El observador es el centro del conflicto. Este es el «yo», es el «ego», es el que divide al mundo en bueno y malo. Te guste o no te guste. Esto es lo que me gusta, esto es lo que no me gusta. A esto lo quiero, a esto lo odio. Esto es lo que acepto, esto es lo que rechazo. Y esto lo hago para resolver un problema. Cuando vos lo dividís de esa manera, lo que estás haciendo es crearte un conflicto en tu vida.
El «yo», el observador, es la esencia del conflicto, pues está condicionado por la memoria. Y esa memoria, esa información que tenés grabada, es la que te hace ver que vos tenés que ir de un lado o tenés que ir del otro. Entonces, estás en conflicto permanente. Este conflicto se terminará cuando el «yo», el observador, no sea el centro. ¿Y cuándo no es el centro? Cuando vos no estás en tu ego.
Cuando no hay un observador. Cuando no hay un observador, es decir, cuando el «yo» no está activo, no hay conflicto. Cuando vos estás en un estado de no-ego, no hay conflicto. Eso es lo importante que te tiene que quedar.
El «yo» ha de morir. Lo que tiene que morir no es el ser, sino el «yo», el «ego», que es ese cúmulo de experiencias, de memoria, de tiempo, de condicionamientos. El observador es el pasado, es el que crea la división entre él y el objeto observado. Vos estás viendo el mundo a través de los ojos del pasado. Todo lo que vos ves en el presente, lo ves con los ojos del pasado. Entonces, ¿cómo podés resolver un problema del presente si lo ves con los ojos del pasado?
Mientras exista el «yo», habrá conflicto. Este conflicto tiene que terminar. El observador ha de conocer la verdad de sí mismo. Ha de conocerse a sí mismo. ¿Y cómo se conoce a sí mismo? Se conoce en el presente, no en el pasado. Se conoce en lo que se está viendo, no en lo que se vio.
Conocimiento de sí mismo. El «yo» o el «observador» no es distinto de lo observado, es una parte de ello. Es la suma de experiencias, de la memoria, de las impresiones y de las reacciones. Todo eso es el «yo». Y ese es el que observa.
El observador observa la cólera, pero el observador es la cólera. Vos sos la cólera. Cuando vos tenés ira, la ira no te pertenece, vos sos la ira. Cuando vos tenés miedo, vos sos el miedo. No es que tenés miedo. Vos sos el miedo. Y vos crees que te despegás. Y vos crees que no tenés nada que ver con eso. No, vos sos. Y en ese sentido, como sos, si lo ves de esa manera, sos lo mismo. Y eso es lo que te afecta y eso es lo que te genera el problema.
El «observador» es lo observado, esta es la verdad más profunda y radical. Por consiguiente, al observar la cólera sin ninguna interferencia del pasado, sin ningún prejuicio, y sin justificar, sin condenar, sin analizar, la cólera cesa. Es decir, vos cuando estás en silencio en tu mente y ves la cólera, simplemente la ves. Y no decís, «Ay, qué bueno. Ay, qué malo. ¡Ay, esto! ¡Ay, lo otro!» No. Simplemente la ves y no la juzgás. Y en ese momento, la cólera cesa. El problema cesa.
Sin que haya ninguna reacción o justificación del observador, la cólera deja de existir. Si el observador está en silencio, observando la cólera, no hay «cólera» como tal. Este proceso permite la disolución de la cólera.
Así, la relación entre el que observa y lo observado cambia radicalmente. No hay ninguna división, no hay conflicto, no hay tiempo, no hay un «yo» que manipula la cólera. No hay nada. Lo que hay es amor. Lo que hay es Dios. Y cuando estás en ese estado, no hay cólera.
Conocerse a uno mismo no es un fin en sí mismo. Cuando vos te conocés a vos mismo, no terminás ahí. El conocimiento de sí mismo es un medio para un fin: para descubrir lo que está más allá de la mente, más allá del «yo», del «observador».
Y ahí sí te voy a decir lo último para después cerrar. Cuando la mente está quieta, el «yo» no existe. Es como un río que fluye sin interrupción. Este silencio es de una calidad especial. Cuando vos tenés una mente quieta, es un silencio de una calidad especial, sin tiempo. Y es en ese silencio donde la verdad puede revelarse y los problemas desaparecen.»
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